MONTAÑA DE LIBROS DE MONTAÑA DE TODAS LAS MONTAÑAS PARA GENTE DE MONTAÑA

+ 6500 un forma de dimensionar los andes


Contenido

“Este libro está dedicado a cada uno de los lectores que use la información que ofrecen sus páginas para disfrutar respetuosamente de estas montañas, en armonía con su naturaleza esencial”.

• Mensaje del Autor.

• Historia del Libro

• La Presente Edición.

• Uso de la Guía

• Capítulo 1 ALGUNOS CONCEPTOS ÚTILES

• Capítulo 2 VIAJAR POR SUDAMÉRICA

• Capítulo 3 LOS ANDES

• Capítulo 4 PROGRAMAS DE ASCENSOS

• 1 ACONCAGUA (6.962m)

• 2 OJOS DEL SALADO (6.893m)

• 3 PISSIS (6.795 m)

• 4 BONETE (6.759 m)

• 5 TRES CRUCES (6.749m)

• 6 HUASCARÁN (6.746 m)

• 7 LLULLAILLACO (6.739 m)

• 8 MERCEDARIO (6.701 m)

• 9 WALTER PENCK (6.658 m)

• 10 INCAHUASI (6.638 m)

• 11 YERUPAJÁ (6.617 m)

• 12 TUPUNGATO (6.570 m)

• 13 SAJAMA (6.542 m)

• Reflexión : La Magia de la Montaña

• Epílogo

• Biografía : Darío Alejandro Bracali

• Índice de Abreviaturas y Siglas

• Glosario Andino

• Bibliografía


Reseña

Este libro es un homenaje a Darío Bracali. Es un homenaje a quien soñó con publicar un trabajo que abarcara la totalidad de las montañas andinas que sobrepasan los 6500 metros. Las circunstancias hicieron que casi diez años después de haber comenzado la investigación la obra viera la luz. Esas circunstancias y sobre todo el paso de los años han ido girando el punto de vista que teníamos al iniciar el viaje por los +6500. Veíamos las cumbres como un objetivo en si mismos y ahora estoy convencido que en realidad son las causas perfectas para justificar un viaje cultural y espiritual por Sudamérica y sobre todo por uno mismo. Desde la planificación a la concreción del sueño de la cumbre, pasarán infinitos momentos donde solo hay que entregarse a disfrutar la realidad de la montaña y esperar esas horas distintas que se viven a más de 6500 metros, donde los pensamientos y las sensaciones son tan reales como el frio y el viento. Sobrepasar esa línea permite explorar una parte de nosotros mismos que difícilmente puede ser conocida en otro escenario. Estas montañas, sus gentes y su entorno marcarán un punto de inflexión en la historia de cada montañero que se anime a conocerlas. A Darío y a mi nos marcaron y en mi caso particular las sentiré unidas por siempre a la historia que juntos empezamos a escribir y hoy tienen en sus manos.

Guillermo Almaraz.

 

Historia del Libro

Por Darío Bracali (2005)

El anuario del Club Andino Bariloche de 1992 presentó un artículo de Marcelo Scanu realmente extraordinario. En él, con el antecedente de una nota de Johan Reinhard y a partir de nuevos datos oficiales aún inéditos del IGN, se generaba una lista de sólo 13 montañas andinas de más de 6.500 metros de altura. Esto no sólo no dejaba de recordar a los famosos 14 ochomiles sino que también daba fin a la antigua indefinición en torno de las máximas alturas de los Andes. Dada la importancia como destino montañístico que por entonces ya tenía esta cordillera, resultaba llamativo que colosos de la talla del Pissis o de la fama del Tupungato no tuvieran presencia sustancial en ninguna guía de ascensos. Pero así era, y obtener información práctica sobre ellas implicaba un trabajo a veces tan arduo como el de ascenderlas.

Durante la década del ‘90 ascendí, siguiendo la tradición de tantos montañeros sudamericanos, el Aconcagua y el Huascarán. En el 2000 me encontré, por motivos ajenos al deporte, en la provincia argentina de Catamarca. Enseguida me sedujo el porte y la virginidad de sus montañas. Y nuestro proceso de acercamiento culminó a principios del 2001, con el ascenso del Incahuasi, el Ojos del Salado y el Pissis. A lo largo del año preparé una nota para la revista Desnivel sobre los +6500 de la Alta Catamarca, la cual finalmente formaría parte del número 180, en diciembre. Pronto, sin embargo, se harían evidentes ciertas inexactitudes, y a partir de ese trabajo algunos expertos en distintas regiones me fueron acercando nueva información. Entre ellos se destacaba Guillermo Almaraz, quien preparaba una obra sobre la historia del montañismo en los Andes. Y un día nos encontramos embarcados en hacer este libro, y sumergidos en el largo y paciente trabajo de recopilación de la información necesaria. Sin embargo su insuficiencia era manifiesta, y resultaba fundamental complementar los fragmentarios datos de terceros con relevamientos de primera mano. Así, entre entonces y febrero de 2003 subí todos los +6500 principales restantes, a excepción del Yerupajá, al cual fuimos en julio de 2002 sólo para descubrir que el proceso de deglaciación que había sufrido lo había dejado en condiciones que, al menos en ese momento, hacían excesivamente riesgoso su ascenso. La premisa era recabar la mayor cantidad de información sobre las Rutas normales con vistas a la publicación, así que por ellas fui, GPS en una mano, libreta en la otra y cámara de fotos colgando del cuello, debiendo muchas veces convencer a mis amigos de la necesidad de resistirnos al atractivo de vías más hermosas o interesantes.


También nos encontramos con vastos vacíos en el conocimiento andino en general, y el objetivo de un trabajo bien hecho nos fue llevando por caminos que nunca supuse que un montañero recorrería. Exploramos alacenas familiares en busca de anuarios de clubes desaparecidos hace medio siglo, tradujimos cartas perdidas de la época heroica, discutimos meses en torno del criterio de individualización de montañas más apropiado para los Andes, hice un curso de geodesia altimétrica, consulté a un grafólogo para intentar descifrar un antiguo manuscrito. Entre otras cosas. Más de mil días de intenso trabajo tomó componer esta obra, concebida como un depurado punto de partida desde el cual escribir el futuro de cada una de estas montañas. Mientras tanto, debimos asumir que la Introducción, que trataba los temas técnicos que precisa dominar el montañero en los Andes, había ganado un volumen que justificaba un libro en sí misma. Y así nació la obra “Andinismo. Manual para el ascenso de las montañas más altas de los Andes”. Ese libro, publicado por editorial Desnivel en 2004, es el complemento perfecto del presente, y entre ambos componen una obra completa sobre el mundo de las montañas andinas.

No sé si el resultado final tendrá el valor que quisimos darle. Pero lo que es indudable es que a lo largo de su preparación aprendimos mucho, conocimos la esencia de los Andes y labramos amistades tan eternas como las montañas.

La presente edición

Por Guillermo Almaraz (2010)

Darío en el acápite Agradecimientos me presentaba como un verdadero co-autor y en realidad jamás pensé que debería terminar de escribir la guía para que finalmente se edite. La noche del 4 de mayo de 2008 cuando me enteré que estaba desaparecido en el Dhaulagiri, supe que ya no lo vería mas, que no disfrutaríamos mas de las montañas y que tampoco tendríamos ya dos puntos de vista distintos sobre ningún tema, pero todo se desdibujaba atrás de una gran tristeza, pero distinta a la que siento ahora al escribir estas líneas.

Con Darío conformábamos un equipo literario de alta exigencia, parecía que cada uno se sentía obligado a tener un dato mas fidedigno que el otro, una novedad o una interpretación nueva a una información vieja y todo ese conjunto de cosas nos daba como resultado trabajos cada vez mas interesantes. Varios de los capítulos del presente libro, al igual que otros trabajos surgían luego de muchas horas de investigación e interpretación. Además necesitábamos ser fieles a los datos que obteníamos y no nos permitíamos sumar subjetividad a la interpretación, aunque en esto él era mucho más exigente que yo. Habíamos humanizado los +6500 y por eso él amaba al Tupungato y Llullaillaco y yo al Pissis y Tres Cruces. Ambos compartíamos el amor por el Incahuasi y creíamos que las mas lindas vistas eran el Sajama desde cualquiera de sus flancos y el Aconcagua desde el valle del Relinchos, aunque nos rendíamos ante la enormidad del Ojos del Salado.


Luego de ese mayo de 2008, si bien pensé en ofrecerle a Paula continuar con el trabajo inconcluso, decidí esperar que ella sintiera que era útil hacerlo. Cuando ella volvió de Nepal, donde decidió ir a estar cerca en la búsqueda que se intentó, me llamó y me manifestó su voluntad de terminar el libro, algo por lo que Darío había dado mucho tiempo y energía en los últimos años. En los últimos días de ese mes pasé por el departamento de ellos en Buenos Aires a buscar los archivos y algunas carpetas con información. Esa noche Alexia jugaba entre nosotros mientras mirábamos fotos viejas. Luego de algunos meses el trabajo estaba terminado, pero los escaladores seguían en actividad y tuve que hacer ampliaciones con nuevas rutas en todos los capítulos. La parte general estaba prácticamente terminada y solo la compilé y ordené. Los capítulos de la Puna los habíamos empezado a escribir juntos así que los terminé y amplié con las nuevas rutas e información que consideré oportuna. En los capítulos del Aconcagua, Huascarán, Sajama y Yerupajá me basé en las muy buenas guías, además de la abundante bibliografía y literatura existente. Para el coloso de América seguí principalmente las guías de R. J. Secor y Heber Orona, los cuadernillos del Servei General de Informació de Muntanya, el libro de Mauricio Fernández y para la Pared Sur esencialmente los trabajos de Peter Podgornik. Para el Huascarán seguí primariamente los trabajos de Juanjo Tomé y también la guía de David Sharman, mientras que para el Yerupajá me basé también en lo hecho por Juanjo y en la guía de Jeremy Frimer. En este caso al no coincidir las fuentes principales me vi obligado a rever todos los datos, ir a las fuentes originales e incluso consultar a Jorge Peterek por sus aperturas. El resultado fue en casos sorprendente y es por esto que, como excepción, incluyo el origen de la información en cada ruta. Para el Sajama la principal fuente fue la obra de Alain Mesili, la guía de Yossi Brain y la información recabada en el Parque Nacional Sajama. Para todas estas montañas fue fundamental el American Alpine Journal en línea disponible en la web del American Alpine Club. Para el Mercedario consulté a Gabriel Fava y Juan Pablo Milana y me basé fundamentalmente en la información que Darío había compilado con Mauricio Manzi y las notas incluidas en las revistas La Montaña, CAB, Anuario del CAB y CAT, cartilla CABA y los trabajos de Beorchia Nigris. El capitulo del Tupungato estaba terminado y solo lo amplié con algunos datos. Para las montañas de cuyo consulté a Pablo David González y para el Llullaillaco a Christian Vitry. En todos los capítulos incluí un apartado de historia que creo fundamental al momento de conocer la montaña con que soñamos. Las fotografías fueron aporte de muchas personas entre las que destaco a Griselda Moreno, Gabriel Fava, Fernando Santamaría, Alejandro Giménez, Jaime Suárez, Hans Siebenhaar, John Biggar, Gustavo Lisi, Guillermo Glass y de mis compañeros habituales de expedición: Nicolás Pantaleón, Eduardo Namur, Rolando Linzing y Daniel Pontín.

El portal del Centro Cultural Argentino de Montaña en primer lugar y el Servei General de Informació de Muntanya fueron sin dudas dos protagonistas excluyentes al momento de compilar información. José H. Hernández fue el consultor de los datos biográficos.

El tiempo fue ganando su batalla y los meses pasaban y nunca terminaba el trabajo, pero Alberto, padre de Darío fue el motor que garantizó que el libro tome forma definitiva. Mas allá de agradecerle los momentos que viví con él, disfrutando un buen vino o un asado, las charlas que tenemos siempre me recuerdan a las que teníamos con Darío y las disfruto enormemente. Espero seguir disfrutándolas luego de que esta edición esté en la calle. Fue Alberto quien sugirió publicarlo antes en Argentina que en España (con Desnivel) como estaba previsto, para que llegue primero a las manos de los amigos de Darío y de quienes lo conocieron.


Empezamos a escribir este libro sintiendo que era importante para el andinismo. Personalmente pensé por momentos que los +6500 llegarían a ser un programa con similar prestigio que las Siete Cimas y un escalón menor que los +8000. Hoy creo que es un excelente plan para disfrutar la montaña y para conocer y sentir a nuestra Sudamérica.


Estos años que pasaron fueron colocando las cosas en otro lugar y desdibujando la tristeza de la desaparición de Darío. Publicar la guía es un sueño que compartimos y hoy se cumple.


Otro, que tengo ahora es que mis hijos y la hija de Darío y Paula sigan jugando y hablando libremente de las montañas y la ausencia del papá con tranquilidad y libertad y si ellos lo eligen, que algún día el viento se agite frente a sus caras y el aire les falte en los pulmones cerca de alguna cumbre. Alexia ya escaló el Peñón de Sierra de los Padres atada a la misma cuerda que Pancho, mi hijo, formando una cordada similar a la que formábamos los padres, quienes permanecemos atados a una cuerda imaginaria que nos une a los altos Andes y en especial a los +6500 de la Puna.


Paula, la esposa de Darío, es quien decidió terminar el libro y Alberto, su padre, es quien dio el impulso final.


Termino estas líneas con unas palabras que escribí en ocasión del homenaje que le hizo la revista Al Borde en 2009. “La Guía la vamos a terminar, lástima que no podamos discutir los últimos detalles. Espero que sirva para difundir el andinismo como era tu sueño y que en parte se cumpla el mío, que es honrar a un amigo y que tu hija pueda encontrar una parte de su padre en un sencillo libro de aventuras en las montañas”.


Andinistas, disfruten este trabajo y los magníficos Andes desde sus balcones mas altos.


Uso de la Guía

Dado que los Andes son un destino destacado para los montañeros del mundo y que sus mayores alturas van convirtiéndose en naturales focos de atracción, es inevitable que el flujo de gente que las visite vaya aumentando en el futuro cercano. El objetivo de esta obra es hacer esa visita más agradable y fructífera, facilitando el acceso a la información necesaria y colaborando en que el montañero pueda dedicar los días disponibles a disfrutar de la montaña y no a resolver problemas de logística.


Esta Guía ha intentado ser, a la vez, de fácil manejo y completa, aunque no exhaustiva. Si bien la ansiedad del lector lo incitará a dirigirse directamente al capítulo de la montaña de su interés, se sugiere tomarse el trabajo de leer toda la obra, ya que en cualquiera de sus renglones puede estar escondido el dato que determine el éxito o el fracaso de su expedición.


El montañero que se dirige a un +6500 comenzará por determinar a que país o región debe viajar, donde encontrará una serie de cuestiones de interés y de problemas logísticos. Luego ingresará a alguna Zona, en la cual ocurrirá otro tanto. Aún le restará llegar al pie de la montaña, y finalmente ascenderla. Este trabajo se propone acompañarlo a lo largo de todas esas etapas, presentando información útil para cada una de ellas.


Los cuatro primeros capítulos actúan como introducción, ofreciendo información sobre los Andes y técnica en general, y proponiendo al lector el desafío concreto de intentar alguno de los programas de ascensos. El resto de la obra se remite a la información práctica necesaria para llevarlo a cabo.


Viajar por Sudamérica

El montañismo es, entre otras cosas, una excusa para viajar. Se propone entonces al lector no limitar su visita a los Andes al ascenso de una o más montañas sino aprovechar la oportunidad para conocer el contexto natural y cultural en el cual se está moviendo. En este capítulo se describen las características más relevantes de los cuatro países en los cuales se encuentran los +6500 andinos. Por razones de espacio sólo se pretende despertar su interés, y será imprescindible acompañar la presente Guía de Ascensos con una Guía Turística de cada país.

Los Andes

Los +6500 de los Andes se ubican a lo largo de un enorme territorio en el cual hay diversos entornos geográficos, climas, ambientes humanos y particularidades logísticas, agrupados en áreas muchas veces independientes de las divisiones políticas. Es habitual que un área determinada por un patrón climático o una conformación geológica particular se encuentre atravesada por una frontera nacional, haciendo que una montaña pueda ser ascendida desde dos países diferentes. Así, se ha dividido al espacio que incluye a las montañas descritas en cuatro Zonas, las cuales pueden ser binacionales y estar divididas internamente en Secciones. Cada una de ellas contiene un +6500 o más, y concentra los recursos logísticos necesarios para llevar a cabo su ascenso.



6500 AGOTADO

+ 6500 un forma de dimensionar los andes


Contenido

“Este libro está dedicado a cada uno de los lectores que use la información que ofrecen sus páginas para disfrutar respetuosamente de estas montañas, en armonía con su naturaleza esencial”.

• Mensaje del Autor.

• Historia del Libro

• La Presente Edición.

• Uso de la Guía

• Capítulo 1 ALGUNOS CONCEPTOS ÚTILES

• Capítulo 2 VIAJAR POR SUDAMÉRICA

• Capítulo 3 LOS ANDES

• Capítulo 4 PROGRAMAS DE ASCENSOS

• 1 ACONCAGUA (6.962m)

• 2 OJOS DEL SALADO (6.893m)

• 3 PISSIS (6.795 m)

• 4 BONETE (6.759 m)

• 5 TRES CRUCES (6.749m)

• 6 HUASCARÁN (6.746 m)

• 7 LLULLAILLACO (6.739 m)

• 8 MERCEDARIO (6.701 m)

• 9 WALTER PENCK (6.658 m)

• 10 INCAHUASI (6.638 m)

• 11 YERUPAJÁ (6.617 m)

• 12 TUPUNGATO (6.570 m)

• 13 SAJAMA (6.542 m)

• Reflexión : La Magia de la Montaña

• Epílogo

• Biografía : Darío Alejandro Bracali

• Índice de Abreviaturas y Siglas

• Glosario Andino

• Bibliografía


Reseña

Este libro es un homenaje a Darío Bracali. Es un homenaje a quien soñó con publicar un trabajo que abarcara la totalidad de las montañas andinas que sobrepasan los 6500 metros. Las circunstancias hicieron que casi diez años después de haber comenzado la investigación la obra viera la luz. Esas circunstancias y sobre todo el paso de los años han ido girando el punto de vista que teníamos al iniciar el viaje por los +6500. Veíamos las cumbres como un objetivo en si mismos y ahora estoy convencido que en realidad son las causas perfectas para justificar un viaje cultural y espiritual por Sudamérica y sobre todo por uno mismo. Desde la planificación a la concreción del sueño de la cumbre, pasarán infinitos momentos donde solo hay que entregarse a disfrutar la realidad de la montaña y esperar esas horas distintas que se viven a más de 6500 metros, donde los pensamientos y las sensaciones son tan reales como el frio y el viento. Sobrepasar esa línea permite explorar una parte de nosotros mismos que difícilmente puede ser conocida en otro escenario. Estas montañas, sus gentes y su entorno marcarán un punto de inflexión en la historia de cada montañero que se anime a conocerlas. A Darío y a mi nos marcaron y en mi caso particular las sentiré unidas por siempre a la historia que juntos empezamos a escribir y hoy tienen en sus manos.

Guillermo Almaraz.

 

Historia del Libro

Por Darío Bracali (2005)

El anuario del Club Andino Bariloche de 1992 presentó un artículo de Marcelo Scanu realmente extraordinario. En él, con el antecedente de una nota de Johan Reinhard y a partir de nuevos datos oficiales aún inéditos del IGN, se generaba una lista de sólo 13 montañas andinas de más de 6.500 metros de altura. Esto no sólo no dejaba de recordar a los famosos 14 ochomiles sino que también daba fin a la antigua indefinición en torno de las máximas alturas de los Andes. Dada la importancia como destino montañístico que por entonces ya tenía esta cordillera, resultaba llamativo que colosos de la talla del Pissis o de la fama del Tupungato no tuvieran presencia sustancial en ninguna guía de ascensos. Pero así era, y obtener información práctica sobre ellas implicaba un trabajo a veces tan arduo como el de ascenderlas.

Durante la década del ‘90 ascendí, siguiendo la tradición de tantos montañeros sudamericanos, el Aconcagua y el Huascarán. En el 2000 me encontré, por motivos ajenos al deporte, en la provincia argentina de Catamarca. Enseguida me sedujo el porte y la virginidad de sus montañas. Y nuestro proceso de acercamiento culminó a principios del 2001, con el ascenso del Incahuasi, el Ojos del Salado y el Pissis. A lo largo del año preparé una nota para la revista Desnivel sobre los +6500 de la Alta Catamarca, la cual finalmente formaría parte del número 180, en diciembre. Pronto, sin embargo, se harían evidentes ciertas inexactitudes, y a partir de ese trabajo algunos expertos en distintas regiones me fueron acercando nueva información. Entre ellos se destacaba Guillermo Almaraz, quien preparaba una obra sobre la historia del montañismo en los Andes. Y un día nos encontramos embarcados en hacer este libro, y sumergidos en el largo y paciente trabajo de recopilación de la información necesaria. Sin embargo su insuficiencia era manifiesta, y resultaba fundamental complementar los fragmentarios datos de terceros con relevamientos de primera mano. Así, entre entonces y febrero de 2003 subí todos los +6500 principales restantes, a excepción del Yerupajá, al cual fuimos en julio de 2002 sólo para descubrir que el proceso de deglaciación que había sufrido lo había dejado en condiciones que, al menos en ese momento, hacían excesivamente riesgoso su ascenso. La premisa era recabar la mayor cantidad de información sobre las Rutas normales con vistas a la publicación, así que por ellas fui, GPS en una mano, libreta en la otra y cámara de fotos colgando del cuello, debiendo muchas veces convencer a mis amigos de la necesidad de resistirnos al atractivo de vías más hermosas o interesantes.


También nos encontramos con vastos vacíos en el conocimiento andino en general, y el objetivo de un trabajo bien hecho nos fue llevando por caminos que nunca supuse que un montañero recorrería. Exploramos alacenas familiares en busca de anuarios de clubes desaparecidos hace medio siglo, tradujimos cartas perdidas de la época heroica, discutimos meses en torno del criterio de individualización de montañas más apropiado para los Andes, hice un curso de geodesia altimétrica, consulté a un grafólogo para intentar descifrar un antiguo manuscrito. Entre otras cosas. Más de mil días de intenso trabajo tomó componer esta obra, concebida como un depurado punto de partida desde el cual escribir el futuro de cada una de estas montañas. Mientras tanto, debimos asumir que la Introducción, que trataba los temas técnicos que precisa dominar el montañero en los Andes, había ganado un volumen que justificaba un libro en sí misma. Y así nació la obra “Andinismo. Manual para el ascenso de las montañas más altas de los Andes”. Ese libro, publicado por editorial Desnivel en 2004, es el complemento perfecto del presente, y entre ambos componen una obra completa sobre el mundo de las montañas andinas.

No sé si el resultado final tendrá el valor que quisimos darle. Pero lo que es indudable es que a lo largo de su preparación aprendimos mucho, conocimos la esencia de los Andes y labramos amistades tan eternas como las montañas.

La presente edición

Por Guillermo Almaraz (2010)

Darío en el acápite Agradecimientos me presentaba como un verdadero co-autor y en realidad jamás pensé que debería terminar de escribir la guía para que finalmente se edite. La noche del 4 de mayo de 2008 cuando me enteré que estaba desaparecido en el Dhaulagiri, supe que ya no lo vería mas, que no disfrutaríamos mas de las montañas y que tampoco tendríamos ya dos puntos de vista distintos sobre ningún tema, pero todo se desdibujaba atrás de una gran tristeza, pero distinta a la que siento ahora al escribir estas líneas.

Con Darío conformábamos un equipo literario de alta exigencia, parecía que cada uno se sentía obligado a tener un dato mas fidedigno que el otro, una novedad o una interpretación nueva a una información vieja y todo ese conjunto de cosas nos daba como resultado trabajos cada vez mas interesantes. Varios de los capítulos del presente libro, al igual que otros trabajos surgían luego de muchas horas de investigación e interpretación. Además necesitábamos ser fieles a los datos que obteníamos y no nos permitíamos sumar subjetividad a la interpretación, aunque en esto él era mucho más exigente que yo. Habíamos humanizado los +6500 y por eso él amaba al Tupungato y Llullaillaco y yo al Pissis y Tres Cruces. Ambos compartíamos el amor por el Incahuasi y creíamos que las mas lindas vistas eran el Sajama desde cualquiera de sus flancos y el Aconcagua desde el valle del Relinchos, aunque nos rendíamos ante la enormidad del Ojos del Salado.


Luego de ese mayo de 2008, si bien pensé en ofrecerle a Paula continuar con el trabajo inconcluso, decidí esperar que ella sintiera que era útil hacerlo. Cuando ella volvió de Nepal, donde decidió ir a estar cerca en la búsqueda que se intentó, me llamó y me manifestó su voluntad de terminar el libro, algo por lo que Darío había dado mucho tiempo y energía en los últimos años. En los últimos días de ese mes pasé por el departamento de ellos en Buenos Aires a buscar los archivos y algunas carpetas con información. Esa noche Alexia jugaba entre nosotros mientras mirábamos fotos viejas. Luego de algunos meses el trabajo estaba terminado, pero los escaladores seguían en actividad y tuve que hacer ampliaciones con nuevas rutas en todos los capítulos. La parte general estaba prácticamente terminada y solo la compilé y ordené. Los capítulos de la Puna los habíamos empezado a escribir juntos así que los terminé y amplié con las nuevas rutas e información que consideré oportuna. En los capítulos del Aconcagua, Huascarán, Sajama y Yerupajá me basé en las muy buenas guías, además de la abundante bibliografía y literatura existente. Para el coloso de América seguí principalmente las guías de R. J. Secor y Heber Orona, los cuadernillos del Servei General de Informació de Muntanya, el libro de Mauricio Fernández y para la Pared Sur esencialmente los trabajos de Peter Podgornik. Para el Huascarán seguí primariamente los trabajos de Juanjo Tomé y también la guía de David Sharman, mientras que para el Yerupajá me basé también en lo hecho por Juanjo y en la guía de Jeremy Frimer. En este caso al no coincidir las fuentes principales me vi obligado a rever todos los datos, ir a las fuentes originales e incluso consultar a Jorge Peterek por sus aperturas. El resultado fue en casos sorprendente y es por esto que, como excepción, incluyo el origen de la información en cada ruta. Para el Sajama la principal fuente fue la obra de Alain Mesili, la guía de Yossi Brain y la información recabada en el Parque Nacional Sajama. Para todas estas montañas fue fundamental el American Alpine Journal en línea disponible en la web del American Alpine Club. Para el Mercedario consulté a Gabriel Fava y Juan Pablo Milana y me basé fundamentalmente en la información que Darío había compilado con Mauricio Manzi y las notas incluidas en las revistas La Montaña, CAB, Anuario del CAB y CAT, cartilla CABA y los trabajos de Beorchia Nigris. El capitulo del Tupungato estaba terminado y solo lo amplié con algunos datos. Para las montañas de cuyo consulté a Pablo David González y para el Llullaillaco a Christian Vitry. En todos los capítulos incluí un apartado de historia que creo fundamental al momento de conocer la montaña con que soñamos. Las fotografías fueron aporte de muchas personas entre las que destaco a Griselda Moreno, Gabriel Fava, Fernando Santamaría, Alejandro Giménez, Jaime Suárez, Hans Siebenhaar, John Biggar, Gustavo Lisi, Guillermo Glass y de mis compañeros habituales de expedición: Nicolás Pantaleón, Eduardo Namur, Rolando Linzing y Daniel Pontín.

El portal del Centro Cultural Argentino de Montaña en primer lugar y el Servei General de Informació de Muntanya fueron sin dudas dos protagonistas excluyentes al momento de compilar información. José H. Hernández fue el consultor de los datos biográficos.

El tiempo fue ganando su batalla y los meses pasaban y nunca terminaba el trabajo, pero Alberto, padre de Darío fue el motor que garantizó que el libro tome forma definitiva. Mas allá de agradecerle los momentos que viví con él, disfrutando un buen vino o un asado, las charlas que tenemos siempre me recuerdan a las que teníamos con Darío y las disfruto enormemente. Espero seguir disfrutándolas luego de que esta edición esté en la calle. Fue Alberto quien sugirió publicarlo antes en Argentina que en España (con Desnivel) como estaba previsto, para que llegue primero a las manos de los amigos de Darío y de quienes lo conocieron.


Empezamos a escribir este libro sintiendo que era importante para el andinismo. Personalmente pensé por momentos que los +6500 llegarían a ser un programa con similar prestigio que las Siete Cimas y un escalón menor que los +8000. Hoy creo que es un excelente plan para disfrutar la montaña y para conocer y sentir a nuestra Sudamérica.


Estos años que pasaron fueron colocando las cosas en otro lugar y desdibujando la tristeza de la desaparición de Darío. Publicar la guía es un sueño que compartimos y hoy se cumple.


Otro, que tengo ahora es que mis hijos y la hija de Darío y Paula sigan jugando y hablando libremente de las montañas y la ausencia del papá con tranquilidad y libertad y si ellos lo eligen, que algún día el viento se agite frente a sus caras y el aire les falte en los pulmones cerca de alguna cumbre. Alexia ya escaló el Peñón de Sierra de los Padres atada a la misma cuerda que Pancho, mi hijo, formando una cordada similar a la que formábamos los padres, quienes permanecemos atados a una cuerda imaginaria que nos une a los altos Andes y en especial a los +6500 de la Puna.


Paula, la esposa de Darío, es quien decidió terminar el libro y Alberto, su padre, es quien dio el impulso final.


Termino estas líneas con unas palabras que escribí en ocasión del homenaje que le hizo la revista Al Borde en 2009. “La Guía la vamos a terminar, lástima que no podamos discutir los últimos detalles. Espero que sirva para difundir el andinismo como era tu sueño y que en parte se cumpla el mío, que es honrar a un amigo y que tu hija pueda encontrar una parte de su padre en un sencillo libro de aventuras en las montañas”.


Andinistas, disfruten este trabajo y los magníficos Andes desde sus balcones mas altos.


Uso de la Guía

Dado que los Andes son un destino destacado para los montañeros del mundo y que sus mayores alturas van convirtiéndose en naturales focos de atracción, es inevitable que el flujo de gente que las visite vaya aumentando en el futuro cercano. El objetivo de esta obra es hacer esa visita más agradable y fructífera, facilitando el acceso a la información necesaria y colaborando en que el montañero pueda dedicar los días disponibles a disfrutar de la montaña y no a resolver problemas de logística.


Esta Guía ha intentado ser, a la vez, de fácil manejo y completa, aunque no exhaustiva. Si bien la ansiedad del lector lo incitará a dirigirse directamente al capítulo de la montaña de su interés, se sugiere tomarse el trabajo de leer toda la obra, ya que en cualquiera de sus renglones puede estar escondido el dato que determine el éxito o el fracaso de su expedición.


El montañero que se dirige a un +6500 comenzará por determinar a que país o región debe viajar, donde encontrará una serie de cuestiones de interés y de problemas logísticos. Luego ingresará a alguna Zona, en la cual ocurrirá otro tanto. Aún le restará llegar al pie de la montaña, y finalmente ascenderla. Este trabajo se propone acompañarlo a lo largo de todas esas etapas, presentando información útil para cada una de ellas.


Los cuatro primeros capítulos actúan como introducción, ofreciendo información sobre los Andes y técnica en general, y proponiendo al lector el desafío concreto de intentar alguno de los programas de ascensos. El resto de la obra se remite a la información práctica necesaria para llevarlo a cabo.


Viajar por Sudamérica

El montañismo es, entre otras cosas, una excusa para viajar. Se propone entonces al lector no limitar su visita a los Andes al ascenso de una o más montañas sino aprovechar la oportunidad para conocer el contexto natural y cultural en el cual se está moviendo. En este capítulo se describen las características más relevantes de los cuatro países en los cuales se encuentran los +6500 andinos. Por razones de espacio sólo se pretende despertar su interés, y será imprescindible acompañar la presente Guía de Ascensos con una Guía Turística de cada país.

Los Andes

Los +6500 de los Andes se ubican a lo largo de un enorme territorio en el cual hay diversos entornos geográficos, climas, ambientes humanos y particularidades logísticas, agrupados en áreas muchas veces independientes de las divisiones políticas. Es habitual que un área determinada por un patrón climático o una conformación geológica particular se encuentre atravesada por una frontera nacional, haciendo que una montaña pueda ser ascendida desde dos países diferentes. Así, se ha dividido al espacio que incluye a las montañas descritas en cuatro Zonas, las cuales pueden ser binacionales y estar divididas internamente en Secciones. Cada una de ellas contiene un +6500 o más, y concentra los recursos logísticos necesarios para llevar a cabo su ascenso.



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